miércoles, 21 de junio de 2017

Soledad...es tan tierna como la amapola

Puede que sea cierto eso que dicen de que la soledad es adictiva. Sin duda, una vez uno la ha probado, despegarse de ella es muy complicado.
Y es que en soledad podemos ser nosotros mismos, sin disimulos ni compromisos. No tenemos que estar pendientes de si gustamos a los demás o de si lo que decimos o no decimos es adecuado, correcto o les molesta.
A todo el mundo le gusta estar acompañado, eso es cierto, pero cuando la vida te obliga a estar solo descubres que la soledad no es tan mala. Es un momento para estar con uno mismo, que es con quien más cómodo uno esta.
El problema es que como dije antes, la soledad es adictiva, y llega un punto en el que nos hacemos ermitaños, y la compañía nos molesta, o no sabemos como actuar, ya sólo nos sentimos cómodos solos, y no sabemos actuar cuando nos encontramos con muchas personas, lo que fomenta nuestra soledad.
La compañía nos agobia, y sentimos que no podemos respirar; ya no confiamos en la gente y estar con ellos nos cuesta.
Opino que la soledad no debe ser mala; es un momento bonito para hacer una introspección, para conocernos a nosotros mismos, así cuando estemos acompañados será con personas que, de verdad, quieran estar a nuestro lado, personas que nos aporten, personas que nos hagan sentir bien.