miércoles, 4 de abril de 2018

El silencio

Me he dado cuenta de que a algunas personas les incomoda el silencio.
El simple hecho de estar sentados en soledad y en silencio les molesta, porque cuando todo calla, nuestro interior habla, y si no estás en paz contigo mismo, lo que diga tu interior no te va a gustar.
Esas personas llenan su vida de ruido para acallar las voces de su interior. Yo he pasado por eso. Ya no, y ahora disfruto del silencio; lo utilizo como un arma a mi favor: para saber cómo estoy, qué me está diciendo mi mente que necesito hacer o dejar de hacer.
Dice Elísabet Benavent en "Este cuaderno es para mí" (un libro de ejercicios para escribir sobre uno mismo), libro/cuaderno que recomiendo encarecidamente, que el problema está en "que la vida está llena de mensajes del exterior, de desconocidos, ruido, obligaciones, calendarios... y en la era de la información estamos más desinformados que nunca, sobre todo en lo que a nosotros mismos se refiere. ¿Te has preguntado últimamente quién eres, de qué estás hecho, cuáles son esas pequeñas teselas que forman el mosaico de la persona en la que te has convertido? La base de los sueños que alcanzas y los que quedan lejanos, de qué forma emprendes los proyectos y las aventuras o qué reflejo devuelve el espejo. Sí. Tu letra, cómo dibujas, tus colores preferidos, ese café sin el que no sabes funcionar o el sonido que tiene tu risa".
Es necesario, de vez en cuando, (yo recomendaría una media hora al día) quedarnos en silencio, para pensar, meditar, escuchar música calmada, rezar (que cada uno haga lo que quiera en "su" momento), a modo de "limpieza" del mundo exterior, para encontrarse con uno mismo, para oir nuestra voz interior, tantas veces acallada por el ruido del mundo, y que tratamos de silenciar, hasta que ya es demasiado tarde y deviene en depresión, ansiedad o enfermedad.
¡A regalarse silencio y tiempo para uno mismo!