miércoles, 17 de enero de 2018

La Sirenita


Hoy quiero hablaros de La Sirenita, junto con La Bella Durmiente, mi cuento de princesa Disney favorito. Pero no lo voy a hacer desde la misma perspectiva infantil que me encantó (y debo reconocer que me sigue gustando) en su momento; sino desde una perspectiva más críticamente adulta, para señalar el daño que las princesas Disney han hecho en las niñas, que ya no lo somos tanto, por los estereotipos que enseñan. 

Ariel, joven y extremadamente guapa, conoce al príncipe y se enamoran de un flechazo. Ella quiere estar con él, pero no le es sencillo porque, dada su condición de sirena, no tiene piernas. Entonces recurre a la mala del cuento que le dice que si le entrega su voz ella le regalará un par de piernas. ¡Pero a cambio tiene que dar su voz! La voz es una metáfora para decirle que mejor esté calladita si quiere hacer feliz a un hombre, al menos yo así lo entiendo. De hecho, la bruja no tiene reparos en decírselo:

Ariel:-Si me convierto en humana ya no veré a mis padres ni a mis hermanas.

Bruja:- Así es, pero tendrás a tu hombre.

Cuando la sirenita le dice que cómo va a enamorar a su “hombre” sin su voz, la bruja le replica:

-Eso no importa, ¡te ves muy bien! No olvides que tan sólo tu belleza es suficiente.

Y continúa:

-Los hombres no te buscan si les hablas, no creo que les quieras aburrir, ahí arriba es preferido que las damas no conversen a no ser que no te quieras divertir. Admirada tú serás si callada siempre estás, sujeta bien tu lengua y triunfarás.

¡Venga tópicos! Como Ariel es guapa seguro que no es inteligente, porque las mujeres inteligentes suelen ser feas (no se puede acaparar todo: ser guapa e inteligente) por eso, lo mejor es que permanezca callada y que deje hablar al hombre, no vaya ser que lo aburra y suelte alguna idiotez por la boca. Además, no necesita ser inteligente “sólo con su belleza es suficiente”. Bonita enseñanza para las niñas.

Adoro a La Sirenita, tanto el cuento como la película, pero ya no puedo ignorar que sus enseñanzas no son las más adecuadas.
En el futuro, cuando tenga hija (o hijas) y vea con ella esta película (porque no niego que es un clásico muy bonito), le explicaré que las cosas no son como las plantea la bruja; que nunca debe renunciar a su voz ni a su ser por un hombre y menos alejarse de su familia para estar con él; que alguien que la quiera de verdad nunca le pedirá que lo haga.