miércoles, 28 de marzo de 2018

La caja de zapatos

Imaginemos que el universo es una caja de zapatos vacía, (bueno, llena de cosas que no son zapatos, como planetas, satélites, estrellas, algún que otro agujero negro) y que esa caja está en manos de alguien, digamos que es Dios, o alguien por el estilo, según las creencias de cada uno.
Ese ser que tiene la caja en sus manos, decide cuando pone una figurita o cuando la saca; lo que pasa ahí dentro. Hasta ahí todo bien, tiene más o menos sentido.
El problema surge cuando pienso, ¿dónde está el ser de la caja? ¿En qué sitio? ¿A su vez formando parte de la caja de otro ser? ¿Y ese otro a su vez?
Mi cabeza estalla.
Por eso cuando me dicen que el universo es infinito, yo lo creo, pero me pongo a pensar:
1. ¿Qué es el infinito?
2. Si no hay nada ¿de dónde surgió todo?
3. ¿Dónde está el infinito? Si es que está en alguna parte...
4. ¿Cómo es posible que algo esté en ninguna parte y a la vez en todas partes?

Comentando esta teoría una vez con una amiga cuyos razonamientos siempre son muy interesantes, me contestó:
-El problema es que estás pensando en una realidad infinita, desde una perspectiva finita.
Cierto, mi cerebro toma como ejemplo el modelo que ya conoce, el de nuestro mundo, el finito, el que nos dice que todas las cosas nacen, crecen y mueren. Que todo comienza y acaba; desde una carretera hasta el crecimiento de una planta.
Cierto es que el cristiano cree que nuestra existencia no acaba con la muerte, y yo lo creo así, pero sí es cierto que nuestro cuerpo terrestre tiene un principio y un fin.
Sólo escribir de estas cosas me hace sentir tan angustiada, tan pequeña, tan frágil, tan abrumada por lo que no entiendo que creo que por lo pronto tengo suficiente reflexión por hoy.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Evitación (o como evitar lo inevitable)

Se evitan.
Si ella entra, él sale, y viceversa.
Finge odiar todo en él, aunque en realidad adore cada célula de su ser.
Él adora esa rebeldía que ella muestra sin miedo; él nunca se ha permitido ser rebelde.
A ella le revienta la normalidad fingida y la amabilidad con la que trata a todas las demás que no son ella.
Él odia no poder odiarla; y ella odia saber que se engaña a sí misma. Se engaña cada vez que se dice a sí misma que no lo quiere.
Ella odia darse cuenta de que, aunque no desee hacerlo, siempre está pendiente de él. Aborrece esa parte suya que lo hace inalcanzable y adora esa parte que él solo muestra en contadas ocasiones, cuando baja la guardia; aunque eso sólo dure un instante, y luego, se aleje aún más.

¡Que tontos son! ¿Acaso no saben que lo que ha de ser será?

miércoles, 14 de marzo de 2018

Gabriel es nombre de Ángel


Quería hacer un poema
para el amigo de Ariel,
el ángel Gabriel.

Pero no encuentro palabras,
desborda el sentimiento
para expresar lo que siento.

No riman las letras
ni responde mi ingenio,
pues tu muerte no entiendo

¿Cómo puede una mujer,
a un pez inocente
matar violentamente?

Imagino un mar
hecho un cielo
y un pez nadar,

libremente volar
reír, saltar,
soñar, amar.

Imagino un pescaíto
mitad pez, mitad ángel,
mitad niñito

que hace en ese mar
lo que aquí no pudo
ni llegar a soñar.



DEP Gabriel (pescaíto)









jueves, 8 de marzo de 2018

"Ansiedad"

Sentada en la silla de un aeropuerto. Solitaria contempla el pasar de la gente. El bullicio es abrumador, el calor sofocante, el ruido insoportable.

Su presencia parece no notarla nadie. Parece no pertenecer a este mundo, cual llave que no pertenece a ninguna puerta, que no encaja en ninguna cerradura.

Percibe el ajetreo y la ansiedad de la gente que pasa; mezclándose con su propia ansiedad y rapidez. Su cabeza da vueltas y lo único que desea es regresar al calor del hogar, a la soledad de su cuarto, a la protección de su mundo interior donde no hay más pensamientos y ruidos que los suyos propios... los de su cabeza.


viernes, 2 de marzo de 2018

Los viajes en el tiempo

Existen los viajes en el tiempo, por lo menos hacia el pasado.


Cada vez que vemos una fotografía estamos viajando al pasado, a un instante capturado por una cámara, que ahora es un instante en la retina del que mira la foto.

Cada vez que leemos un libro que narra una historia basada en hechos reales, acaecida en otro tiempo, estamos viajando al pasado.

Cuando recordamos, estamos recordando lo que ya pasó.

Cuando investigamos a nuestros ancestros.

Cada vez que vemos un vídeo grabado, tenemos ante nuestros ojos algo del pasado.

Por eso no podemos decir que no se pueda viajar en el tiempo, por lo menos al pasado.

Si a los antiguos griegos, por ejemplo, les hubieran dicho que podrían capturar en una foto a color un instante en el tiempo, seguramente habrían dicho que eso no se puede hacer, y sin embargo hoy lo hacemos con la rapidez misma de quien saca una fotografía con su teléfono móvil y la comparte con sus contactos. Si eso era imposible antes, y ahora no lo es, ¿quién puede asegurar que un día no podremos también conquistar el futuro?