domingo, 24 de septiembre de 2017

Nuestro genuino punto de vista

Las cosas son como las vemos. Como cada uno de nosotros las ve. Y como el punto de vista de cada uno de nosotros es diferente, (a veces ese es precisamente el problema), una misma cosa o un mismo hecho es considerado de manera diferente.
Un mismo vaso, lleno a la mitad, puede estar casi vacío para una persona, y casi lleno, para otra. A veces, esas personas, son de una misma familia; a veces, de naciones distintas. Eso ha generado problemas en el seno de familias y guerras entre países. ¿Qué más da como esté el vaso? ¡Lo importante es que hay algo dentro!
Por ejemplo, la foto de esta entrada; cuando estaba empezando a escribir y escogí esta foto, mi madre me preguntó que qué era eso, porque ella veía (desde lejos) un intestino por dentro. Yo veo una hermosa flor en su interior (que me lo aclaren los expertos en plantas) creo que la parte del pistilo, donde se encuentra el polen. Dos personas, pueden ver cosas distintas al mirar lo mismo.
 "Para gustos colores", como dice el dicho. Particularmente el amarillo es un color que me gusta, pero a otra persona (a muchas en realidad) ese color puede resultarle chillón, molesto o incómodo. ¿Soy yo peor que esa otra persona por gustarme el amarillo? ¿O ella peor que yo por no gustarle? NO. El amarillo no importa, lo importante es respetar que, lo que a mi puede gustarme, a otra persona, no. O que mi punto de vista, o la forma en la que veo las cosas, puede no ser compartida por otra persona, o que hay muchos matices, y que no es lo mismo el amarillo mostaza que el amarillo fosforito. Y cuando hablamos de colores o fotos, respetar las diferencias es fácil, pero cuando de lo que hablamos es de temas más serios, entramos en el ya mencionado conflicto.
En definitiva pienso que debemos estar felices de nuestra genuina diversidad y punto de vista; si a todos nos gustara lo mismo sería un problema (pelearíamos por las mismas cosas, nos dedicaríamos todos a las mismas profesiones, etc.), si todos pensáramos igual sería aburrido, sin diversidad no seríamos nada.
La clave está en respetar las diferencias y en no pretender que los demás piensen igual que yo o les guste lo mismo. Podemos aconsejar, sugerir o recomendar, pero no imponer.
¿El lado positivo? Del mismo modo que podemos no gustarles a muchas personas, como para gustos colores, seguro habrá a quién sí le caigamos bien, personas afines a nosotros y nuestro punto de vista.

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